Una de las características principales de la terapia génica es que, a diferencia de otros tratamientos, incide sobre la causa subyacente de la enfermedad, deteniendo su evolución y ofreciendo una alternativa a los pacientes. Las patologías monogénicas, es decir, aquellas causadas por defectos heredados en un único gen, son potencialmente candidatas para estas terapias.
En este contexto, enfermedades minoritarias como la atrofia muscular espinal, el síndrome de Rett o la esclerosis lateral amiotrófica familiar han tenido muy pocas opciones terapéuticas. Esto está cambiando gracias al desarrollo de la terapia génica. Y es que actúa sobre la causa subyacente de la enfermedad al reemplazar la función del gen ausente o defectuoso responsable de una patología por una nueva copia del gen. Esto permite restaurar su funcionalidad.
Nuevas opciones terapéuticas
Ignacio Pascual, jefe del Servicio de Neuropediatría del Hospital Universitario La Paz, destaca que, en las enfermedades de origen genético, la posibilidad de encontrar una terapia eficaz se convierte en el mayor deseo. “La peculiaridad de la terapia génica reside en que, a diferencia de otros tratamientos, actúa sobre la causa de base de la enfermedad, detiene su evolución y redefine las posibilidades vitales para pacientes y familias”, apunta Pascual.
El concepto de terapia génica apareció en los años 70 y no fue hasta 2012 cuando la Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprobó la primera terapia de estas características. Según avanza la investigación sobre estas terapias, crece el potencial de ayudar a pacientes con estas patologías.
Funcionamiento de la terapia génica
El mecanismo de actuación de la terapia génica se puede resumir en tres pasos. Primero, se crea una nueva copia funcional del gen ausente o defectuoso. Segundo, se introduce a través de un vector, normalmente virus adenoasociados (AAV), en las células del paciente. Y, tercero, el nuevo gen funcional comienza a producir correctamente la proteína y se evita así la enfermedad.
Entre aquellos vectores que se han estudiado para optimizar el proceso de entrega del nuevo gen, los adenovirus han dado los mejores resultados. Estos adenovirus asociados, producidos en laboratorio, no causan enfermedades en humanos y pueden transferir el material genético al núcleo de las células. El serotipo 9 AAV9 tiene además la capacidad de cruzar la barrera hematoencefálica3.
Patologías con más potencial
Entre las enfermedades que más pueden beneficiarse están aquellas causadas por mutaciones que producen cambios en uno o varios genes. Estos genes contienen el ADN, las instrucciones para fabricar proteínas. Las mutaciones modifican estas instrucciones, lo que impide que las proteínas funcionen correctamente y se produzca una enfermedad genética. Dentro de estas afecciones, las monogénicas son las que tienen un mayor potencial en estas terapias. Algunas de las enfermedades monogénicas más conocidas son la hemofilia, la fibrosis quística o algunas formas de parkinson. Existen, sin embargo, otras mucho menos conocidas como la atrofia muscular espinal o el síndrome de Rett. Dos patologías infantiles que afectan gravemente a la capacidad motora de los niños.
La atrofia muscular espinal (AME) es una de las enfermedades candidatas a terapia génica. Es una enfermedad neuromuscular de origen genético caracterizada por la atrofia progresiva de la musculatura que conlleva una pérdida de la fuerza y el tono muscular. Está causada por la ausencia o anomalía del gen SMN1, que provoca una pérdida rápida e irreversible de motoneuronas de la médula espinal, lo que afecta a todas las funciones musculares. También a la deglución y el movimiento. En el tipo más grave de la enfermedad, este proceso comienza antes de nacer y progresa rápidamente hasta el punto de que a los seis meses se ha producido una pérdida de más del 95 por ciento.
Cribado neonatal
Nueve de cada diez pacientes con esta patología en su forma más grave mueren si no reciben tratamiento o necesitan ventilación mecánica permanente antes de los dos años de vida. Por ello, un diagnóstico y tratamiento precoz es crucial. En este sentido, Pascual defiende la inclusión de la AME dentro del panel de cribado neonatal en la cartera de prestaciones del Sistema Nacional de Salud.
Bajo su punto de vista, está totalmente justificado por varios motivos. Primeramente, porque es sencillo de hacer mediante la prueba del talón que se practica para detectar algunas enfermedades en recién nacidos. En segundo lugar, porque es económico y fiable. Pascual indica que “podríamos diagnosticar a todos los posibles afectados sin incurrir además en falsos positivos”. Y tercero, porque existen terapias, las ya disponibles y las que están por llegar, que pueden mejorar de forma muy notable la evolución de la enfermedad.
“Tardaremos más o menos, pero lo vemos claro. El cribado tiene que realizarse sí o sí porque permitirá diagnosticar y tratar a todos los pacientes antes de la aparición de síntomas”. La terapia génica se utiliza ya como tratamiento para la AME en Estados Unidos y, tras recibir la opinión positiva del Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP), está previsto que llegue a Europa y a España en un futuro muy próximo.
El Global