Casi todos las personas que padecen esclerosis lateral amiotrófica (ELA) tienen en el cerebro grupos de proteínas tóxicas que deterioran las neuronas. Ahora, un equipo de científicos de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (Estados Unidos) han identificado un gen –RPS25– que resulta clave para la producción de dichas proteínas, y cuya inhibición reduce sus niveles un 50%.

Aunque no se conocen con exactitud las causas de la ELA, se sabe que en su aparición influyen factores genéticos que provocan repeticiones erróneas en una cadena de ADN. Estas repeticiones de ADN se convierten en proteínas tóxicas que se acumulan en el cerebro e impiden que las células sanas funcionen correctamente.

Inhibir el gen RPS25 eliminó el 50% de proteínas tóxicas

El gen RPS25 codifica una parte de la maquinaria celular que crea la sustancia basada en proteínas que se acumula en algunas formas de esclerosis lateral amiotrófica y deteriora las neuronas. Cuando los investigadores inhibieron la actividad de este gen en experimentos de laboratorio con levadura, neuronas procedentes de pacientes con ELA y moscas de la fruta, comprobaron que los niveles de proteínas tóxicas descendían alrededor del 50% de forma generalizada.

Inhibir el gen RPS25 también redujo los niveles de proteína tóxica en modelos de enfermedad de Huntington y ataxia espinocerebelosa

Los autores del estudio, que se ha publicado en Nature neuroscience, también probaron la función de RPS25 en células humanas de modelos de enfermedad de Huntington y ataxia espinocerebelosa –dos enfermedades neurodegenerativas que se caracterizan por presentar agregados de proteínas similares a los de la ELA–, y al inhibir el gen también se produjo una disminución de los niveles de proteína tóxica.

El experimento aumentó la vida útil de las moscas de la fruta

En el caso de las moscas de la fruta con ELA, se observó una reducción similar en los niveles de proteínas tóxicas cuando el RPS25 estaba inactivo, además de una vida útil mayor en los insectos que carecían del gen totalmente funcional. Así, las que tenían ELA y el gen activo morían al cabo de 29 días de promedio, mientras que las que portaban la mutación de ELA pero con el gen menos activo sobrevivían una media de 38 días. Una mosca de la fruta sana vive 50 días de media.

El gen RPS25 podría convertirse en un objetivo terapéutico para la ELA, pero antes de intentar desarrollar un fármaco para ello, los investigadores necesitan probar si sus hallazgos se repiten en un modelo animal más complejo como el ratón. Shizuka Yamada, estudiante graduada en el laboratorio de Aaron Gitler, en el que se ha realizado el ensayo, ha explicado que manipularon el gen en las moscas de la fruta pero no lo eliminaron por completo, por lo que una de las cuestiones a resolver sería comprobar si un animal puede sobrevivir sin el gen.


EVA SALABERT

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