En poco tiempo Dani Rovira se ha convertido en uno de los actores más populares de España, una fama que el protagonista de “8 apellidos vascos” aprovecha en beneficio de distintas causas, la última, luchar, a pedaladas, contra el síndrome de Rett, una enfermedad rara que sufren 2.000 niñas en España.
Junto al padre de Martina, una de esas niñas con síndrome de Rett, y otros dos cómplices, Rovira se embarcó hace más de un año en la aventura de recorrer en bicicleta los más de 1.500 kilómetros que hay entre Barcelona y Roma, un viaje que ha quedado plasmado en un documental, “Todos los caminos”, que llega este viernes, 11 de enero, a las salas de cine.
A las dificultades que planteaba el viaje en sí, se añadió un atropello que grabaron las cámaras orquestadas por Paula García Costas y del que “milagrosamente” salieron indemnes: “Es una metáfora”, dice Rovira, “la vida es una lotería a la vez macabra y maravillosa, lo mismo un día te cruzas con el amor de tu vida, otro viene un coche y te atropella o te toca una enfermedad rara”.
Una vez pasado y asimilado el trance, el actor piensa que no hay mal que por bien no venga, pero en el momento el desconcierto fue total, tal y como recogen las cámaras. “Pocas veces he pasado tanto miedo y desconcierto, no entendía nada, no podía admitir que eso nos había pasado, tardé bastante en asimilarlo”, señala.
Pese a todo decidieron seguir. La excusa del viaje era que tenían audiencia con el papa, pero había en juego mucho más. El síndrome de Rett es una enfermedad rara que afecta al desarrollo físico y neurológico y que se debe a una mutación del cromosoma X, por lo que la padecen casi exclusivamente niñas.
Los primeros seis meses de vida de una persona con la enfermedad se desarrollan con normalidad, pero a partir de esa edad, y con más intensidad desde el primer año, empiezan los problemas de movilidad y comunicación.
El padre de Martina, Paco Santiago, creó hace cinco años una asociación, Mi Princesa Rett, a la que se destinará parte de la recaudación del filme. Ante la ausencia de fondos públicos, la investigación privada es la única esperanza para estas familias.
“Yo voy a cruzar la meta, quiero curar a mi hija”, dice Santiago, que contactó a Rovira, al que admiraba, a través de redes sociales. Ni se le pasó por la cabeza probar con políticos.
“No creo ni en estos ni en los que vendrán. No les interesan 2.000 niñas que no votan ni producen. También entiendo que somos muchos pidiendo. No sé, pero no tengo ninguna expectativa en la clase política”, asegura.
Su asociación financia actualmente dos líneas de investigación en el Hospital San Juan de Dios de Barcelona. “Vamos dando pasos, cortitos pero sólidos”, explica, “hay una posible píldora que va a mejorar mucho su calidad de vida, se está probando en ratones y si funciona se podrá dar un salto de la noche a la mañana”.
Rovira participa en esta causa a través de la Fundación Ochotumbao, que creó en 2017 junto a la actriz Clara Lago, su pareja en la vida real desde que se conocieron en el rodaje de la taquillera “8 apellidos vascos” (2014).
“Cuando se te dota de un escaparate tan enorme, te replanteas las cosas. Yo llevaba años implicándome en causas, pero al conocer a Clara tuvo todo el sentido formalizar las ganas que teníamos los dos de iniciar un proyecto solidario juntos”, señala.
“Toda fundación benéfica aspira a suplir lo que el Gobierno o el sistema no alcanza, y también es una manera de devolver a la vida lo bien que te ha tratado, una formula kármica”, añade.
Javier Tovar
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