La esclerodermia es una enfermedad autoinmune que endurece la piel y los órganos en distintos grados. No se conoce la causa de la enfermedad -que es crónica- por lo que el tratamiento consiste en el minimizar los efectos, evitando que se agraven. Se la considera una enfermedad rara, que afecta a 3 de cada 10.000 habitantes en el mundo, con una mayor incidencia en mujeres de entre 35 y 40 años, explica el doctor Ernesto Crescenti (MN: 50.776), médico, investigador y Director del Instituto de Inmunooncología que lleva su nombre.
Muchos de quienes la padecen desarrollan el fenómeno de Raynaud, que afecta a los vasos sanguíneos, sobre todo a los que están en los dedos de las manos y de los pies, generando un color azul en las zonas afectadas. Los síntomas de esta patología son el cansancio y la debilidad, dolor articular y muscular e hinchazón en las manos. También pueden verse afectados los órganos, como el corazón, el esófago y el intestino, los pulmones y los riñones.
Más allá de los tratamientos aconsejados por los médicos según las problemáticas que cada persona que padece esclerodermia haya desarrollado, hay algunos consejos en cuanto a la alimentación que también son muy importantes y que además pueden ayudar a tener una mejor calidad de vida.
Evitar el consumo de cafeína. Un 30% de los pacientes con esclerodermia desarrollan problemas en distintos órganos, sobre todo en los riñones. Hay que evitar el consumo de cafeína porque incrementa el riesgo de que se creen cálculos renales, además de que recrudece el daño renal en personas que sufren una enfermedad de riñón.
Beber mucha agua durante todo el día ayudará a mantener la hidratación de los tejidos, además de que facilitará la deglución e ingesta de alimentos.
Ingerir aceites omega 3, omega 6 y alimentos con antioxidantes, ya que son sustancias inmunoreguladoras que ayudan a mantener la flexibilidad de las membranas celulares, asegurando la nutrición celular. – Eliminar de nuestra dieta cereales y harinas refinadas, ya que no aportan tantos nutrientes como los integrales, espesan la sangre y activan los dolores óseos.
Evitar alimentos pegajosos o secos si se tiene problemas con la deglución. Sustituirlos por alimentos blandos como legumbres, purés o cremas de verduras, huevos revueltos, fruta triturada o en compota, queso fresco, etc.
Comer alimentos con fibra, como cereales integrales, frutas, verduras y legumbres, para ayudar al tránsito intestinal. Eso sí, dependiendo de las complicaciones derivadas de los problemas gastrointestinales, la ingesta de fibra deberá ser más controlada.
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