Noah, el pequeño hijo del cantante Michael Bublé, solo tiene tres años y le fue diagnosticado un cáncer. Su caso hizo recordar que esta enfermedad no es exclusiva de adultos y, aunque cada día tiene mejores perspectivas, sigue siendo una de las principales causas de muerte entre la población infantil. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que entre 50 y 20 por cada millón de niños padecen cáncer.
Yolima Méndez Camacho, presidenta de OICI, Observatorio Interinstitucional de Cáncer Infantil, explica que en niños esta enfermedad es rara. “Por su baja incidencia, muchos médicos no sospechan que se pueda tratar de un cáncer cuando llega un niño con síntomas, pues estos pueden estar presentes en otras enfermedades”. Esta es una de las barreras para lograr un diagnóstico temprano que lleve a una atención oportuna.
Algunas de esas señales de alerta pueden ser fiebre persistente sin causa aparente. Asi mismo deben preocupar la fatiga, palidez, ganglios inflamados en la zona del cuello, dolor en huesos largos, sangrado en las encías y nariz. “Si aparecen moretones en la piel sin que el niño se haya golpeado es otro indicio. Lo importante es llamar la atención de padres y profesores de que si ven que los niños han disminuido su actividad y se les nota cansados, acudir de inmediato al médico”, recomienda Méndez.
Los principales tipos de cáncer que afectan a la población de entre 0 y 14 años, son la leucemia, ocupando casi la tercera parte de todos los casos, seguido de los linfomas y del sistema nervioso. Los tumores en el cerebro, en los huesos y en el hígado también hacen parte del conjunto de enfermedades que se denominan “cáncer infantil”. Los factores de riesgo son diversos y no hay total claridad, pero algunos tienen que ver con la predisposición genética. En otros casos, la exposición a rayos ionizantes y otros factores ambientales o la aparición de virus como hepatitis B, herpes o VIH pueden incrementar el riesgo de que se presente un tumor maligno.
La buena noticia es que la incidencia y mortalidad del cáncer infantil va en descenso. La OMS calcula que en países desarrollados ocho de cada diez niños logran estar vivos a los cinco años del diagnóstico. Sin embargo, en países con más limitantes como Colombia el panorama es preocupante. “En el país la mortalidad es alta por varias cosas, entre ellas las barreras de acceso al sistema de salud: los niños no acceden oportunamente al diagnóstico, luego al tratamiento o a veces este les es interrumpido de manera injustificada. Todo afecta el buen pronóstico del niño”, explica Méndez.
Así lo confirma Fernanda, mamá de un niño con leucemia, quien cuenta que “Me ha tocado tutelar todo para que le reconozcan a mi hijo el derecho a la salud. Estamos desgastados de trámite en trámite y abandonados, cuando deberíamos tener atención prioritaria”. Según datos de la Defensoría del Pueblo, el 60% de los menores que padecen cáncer en el país fallecen, principalmente, por falta de atención médica tras un diagnóstico que en general llega tarde.
Los factores demográficos y socioeconómicos de las familias colombianas podrían ser otro elemento que incide en la alta mortalidad de niños con cáncer en el país. Los principales centros de atención oncológicos están en las ciudades grandes y, en muchos casos, las familias no tienen los recursos, ni la manera de desplazarse a los hospitales especializados para tratar al niño. “Las citas son demoradas, para todo hay que pedir autorizaciones y uno se tiene que armar de mucha paciencia esperando la atención”, dice Fernanda.
Los tratamientos disponibles para tratar cáncer infantil han avanzado a buena marcha. “La leucemia, se trata con quimio y muchos niños logran salir adelante y vencer la enfermedad con este tratamiento que se demora mínimo dos años”, explica Méndez. Hay otras opciones como el trasplante de médula ósea, pero no es para todos los menores. Para los tumores sólidos, una buena opción puede ser la radioterapia. En países desarrollados la sobrevivencia para niños que llevan un tratamiento oncológico oscila entre el 80 y 90%.
En Colombia existe la Ley de Cáncer Infantil y una serie de normativas que buscan reducir la mortalidad por esta enfermedad en menores y proteger a los niños poniendo toda la atención necesaria para el diagnóstico temprano y un tratamiento integral. “El problema es que a pesar de tener las leyes en la realidad no se están cumpliendo por las barreras de acceso que afectan de manera directa el pronóstico de la enfermedad”, concluye Méndez.
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