Yunquera o Marchamalo ofrecen esta terapia ecuestre que cuenta con múltiples beneficios a nivel físico, cognitivo, psicológico y social
Hacer que sus alumnos se sientan como en casa es el principal objetivo del centro ecuestre La Malinche, en Marchamalo, especializado en equinoterapia. De forma ocasional, organizan salidas al campo y clases de iniciación a la equitación.
La terapeuta encargada de preparar las sesiones, Aroa Soria, destaca los múltiples beneficios de esta técnica de rehabilitación, tanto para niños como para adultos, a nivel físico, cognitivo, psicológico y social, por medio del caballo. “Somos un centro muy pequeñito”, comenta Aroa, con seis o siete caballos propios, dedicados “a personas con necesidades especiales”.
Autismo, parálisis cerebral o enfermedades raras son algunas patologías que pueden verse beneficiadas de gran manera por este tipo de terapia ecuestre. “Últimamente están viniendo muchas familias con niños con déficit de atención o hiperactividad”, observa la terapeuta. Lo mejor, que “cualquiera puede hacerlo”, detalla Aroa. “Parece que la equinoterapia es exclusiva de los niños pero no es así, le va fenomenal a todo el mundo”, comenta,y destaca que además “es muy efectiva en enfermos que padecen problemas de tipo sensorial”, junto a múltiples beneficios como fomentar “la autoconfianza, la independencia y la propia felicidad”. Comenta que los resultados se perciben en muy poco tiempo. “En mayor o menor medida, todo se mejora”, asegura con orgullo y satisfacción.
Así, en La Malinche cuentan con sesiones, de lunes a viernes, todas las tardes -en su mayoría niños y, a última hora, adultos- y por las mañanas, de forma esporádica, con sesiones grupales con algunas asociaciones.
Con los más pequeños, La Malinche ofrece este tipo de terapia de forma casi totalmente individualizada y personalizada, ya que “cada uno tiene un ritmo de aprendizaje distinto”, explica Aroa. Por ello, no suelen juntar a más de dos niños por clase. Sobre todo, al principio, “hacemos sesiones individualizadas hasta que cogen soltura”, determina. “No es lo mismo trabajar con una persona que tiene un buen tono muscular, que a nivel físico está bien pero que está desconectado del mundo o que no se comunica con él; que hacerlo con alguien que a nivel cognitivo no tiene problema pero su cuerpo no funciona bien”, puntualiza.
La buena forma física de los caballos también es otro aspecto fundamental de las sesiones. Aroa incide también en la importancia de la altura. “Mejor que no sean muy altos, por si tenemos que trabajar con ellos pie a tierra”, explica. Y añade que son “co-terapeutas”, por lo que necesitan, al igual que un buen entrenamiento -hay que darles cuerda- un necesario descanso.
Todas las sesiones y actividades se diseñan y adaptan en base a “los objetivos de cada uno”. La terapeuta señala que éste es un trabajo y una formación constante. “La equinoterapia es como una evaluación. Planteamos unos objetivos, hablamos con la familia, adaptamos las sesiones, vemos si se cumplen o no y, si es necesario, replanteamos”, aduce. Por lo general, la frecuencia media recomendada es de una sesión a la semana. “Lo más importante es la constancia”, indica Aroa. Para conocer esta técnica un poco más de cerca, desde La Malinche ofrecen una evaluación gratuita a “todo el que quiera venir a conocer las instalaciones y al equipo humano y animal que somos”, invita Aroa. Eso sí, con cita previa, a través de su página web –https://centroecuestrelamalinche.es/-, WhatsApp o redes sociales. Esta primera toma de contacto, sin compromiso, sirve, al alumno, para ver si le gusta, y a la terapeuta, para tener una primera orientación de sus “posibles limitaciones y necesidades”.
Centro hípico Las Espuelas
Desde otro centro hípico de la provincia de Guadalajara, Las Espuelas, en Yunquera de Henares, donde también se imparten sesiones de equinoterapia, este sábado tuvo lugar una jornada de puertas abiertas para dar a conocer sus beneficios y formas de trabajo, en la que tampoco faltaron paseos a caballo para los niños que allí acudieron.
La empresa de animación La Rana Juliana, gestionada por María Isabel Bris -también terapeuta- es la que se encarga de llevar a cabo el programa de terapia con animales, en este caso, caballos, en la hípica de Yunquera, a la que alquilan las instalaciones y los équidos.
Aquí ofrecen sesiones también prácticamente a diario. “Los lunes los tenemos más libres, los miércoles un poquito más ocupados”, explica Isabel, quien anima, no obstante, a todo el que quiera a probar la primera sesión gratuita, a modo de “valoración”. Recomienda, en base a ésta última, establecer la frecuencia de sesiones “que cada uno necesite”, ya que puede ser muy variable.
Las sesiones que se hacen en Yunquera se suelen dividir en cuidado del caballo -cepillado, aseado, etc- y luego la monta en sí; sobre todo, en las grupales, donde, como mucho, juntan tres personas. Así aprenden a saber “cómo se mueve el mundo de la hípica, cómo es la alimentación de un caballo, a hacerle la cama o llevarle del ramal”, explica Isabel. Al centro hípico Las Espuelas también acuden familias con niños con discapacidad a sesiones individuales en las que se trabajan, de forma conjunta, los objetivos en los que se quiere trabajar, sin olvidar nunca el papel de “la familia”; todo ello bajo la supervisión de un terapeuta, observa.
“Cada logro es un paso”, cuenta emocionada la terapeuta. Recuerda de algunos casos de niños que “primero no cogían ni las riendas y al final sí, y no sólo eso, sino parando al caballo ellos solos”. Eso sí, señala que, muchas veces, estos grandes resultados se ven con tiempo, paciencia y mucho, muchísimo, esfuerzo.
“Puede haber algunas contraindicaciones para la espalda, por temas de impacto”, detalla, remarcando que, sin embargo, la lista de beneficios es inmensa. “Hay un beneficio físico, por tema motor; por los impulsos rítmicos y el calor que transmiten los caballos”, enumera. Isabel añade “la relajación, el equilibrio y la coordinación” que se consiguen mejorar gracias a estos perceptivos animales, incluso, la autoestima. Si en algo destacan también es en sus grandes dotes de comunicación, especialmente con personas que sufren autismo. “Sorprende mucho de ellos, cómo entienden tanto las emociones y captan la atención de los niños”, asegura Isabel.
En cuanto al tipo de caballos que se utilizan en equinoterapia son, por lo general, “tranquilos, que tengan un paso rítmico, que no sean muy mayores y que estén bien entrenados”, aduce. Aunque depende del jinete con el que trabajen a la hora de elegir un animal u otro, Isabel asegura que deben ser “caballos a prueba de bombas”, es decir, que no se asusten.
Sin embargo, el esfuerzo para unos y otros siempre merece la pena. Isabel destaca el gran cambio que se produce en los niños que acuden a terapia antes de la sesión y después de ella. «Cuando salen, están más relajados», afirma. Gracias, en buena parte, a unos grandes pero nobles animales que, tal y como indica Isabel, «son súper sensibles con las emociones”.
Para solicitar más información, Isabel invita a visitar su perfil de Facebook, https://es-es.facebook.com/laranajuliana, o Instagram, https://www.instagram.com/laranajuliana/?hl=es.