Una característica de la infección con el virus del zika en las mujeres embarazadas es dar a luz a un recién nacido con microcefalia, pero los investigadores están averiguando que los bebés expuestos al virus sin microcefalia, que quizá parezcan normales en el momento del nacimiento, podrían padecer otras anomalías con unas frecuencias mayor de la que podría preverse en la población general.
El nuevo estudio incluyó los datos de 296 bebés con infecciones por virus del Zika confirmadas (n = 219; 74%) o sospechadas, adquiridas durante el embarazo. Un 24,2% de los niños nacieron con microcefalia, mientras que los demás parecían tener una cabeza con un desarrollo típico. Se dio seguimiento al desarrollo de los niños durante tres años y medio. Los niños recibieron evaluaciones mensuales durante los seis primeros meses de vida, y luego, cada tres meses.
Los investigadores encontraron que, en algunos niños, la circunferencia de la cabeza varió a lo largo del tiempo. De los bebés nacidos con una cabeza de tamaño normal, alrededor del 10% desarrollaron microcefalia durante el seguimiento. Al contrario, un 7,5% de los que nacieron con microcefalia luego tuvieron una cabeza de tamaño normal durante el estudio.
Un total de 213 bebés se sometieron a exámenes neurológicos. Un 75% tuvieron hallazgos anómalos, como hiperrreflexia. Entre los bebés con microcefalia, un 26% padecía problemas del oído, y un 79%, anomalías oculares, frente a un 10% y 18%, respectivamente, en niños con una cabeza de tamaño normal.
Respecto a pruebas de imagen, un 96% de niños con microcefalia objetivaron hallazgos anómalos, frente a un 29% de los que nacieron con una cabeza de tamaño normal.
Redacción / HealthDay