La «prematuridad extrema» es la de aquellos niños que nacen en el límite de la viabilidad, entre la semana 22 y la semana 25. Lo hacen en un momento demasiado precoz en lo que es su desarrollo, en una situación muy limitante para sobrevivir fuera del útero de la madre. «En ese grupo de niños; los problemas más frecuentes son: los respiratorios crónicos, la displasia broncopulmonar; los neurológicos, donde ha habido algún riesgo para el desarrollo normal del cerebro; lesiones cerebrales por el propio parto prematuro o por las circunstancias alrededor del nacimiento prematuro. Con menos frecuencia: problemas de infección, debido a que estos niños tienen la inmunidad muy comprometida y se defienden muy mal de las infecciones, problemas metabólicos y problemas digestivos«, cuenta Manuel Sánchez Luna, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón.
Los problemas de los «prematuros más tardíos«, los que nacen más cerca de las 37 semanas de gestación, son diferentes. Están más relacionados con la adaptación al nacimiento. No suelen dejar secuelas y, en general, en la mayoría de los casos, se superan muy bien. Este especialista hace hincapié en que «el equilibrio para conseguir la mejor supervivencia con menor número de secuelas está en que estos niños nazcan en centros donde la medicina neonatal esté muy avanzada«.
¿Una máxima es el desarrollo de los pulmones? Lo primero que tenemos que hacer, cuando nacemos, es respirar con los pulmones. Por eso, tradicionalmente se ha creído que la supervivencia depende del grado de desarrollo pulmonar. Es algo obvio. «Pero, no se nos puede olvidar que es fundamental que el desarrollo cerebral sea el adecuado. Al igual que el de los riñones, el de los sistemas metabólicos y el de los sistemas inmunológicos. Si un bebé, cuando nace, es tan inmaduro que es incapaz de respirar, su cerebro es igual de inmaduro. Lo es su riñón, lo es su páncreas, lo es su hígado«, puntualiza. Los profesionales de la neonatología tienen como objetivo en esos casos madurar al feto, no sólo los pulmones, administrando a la madre corticosteroides antes del nacimiento. Eso «reduce el riesgo de hemorragia intracraneal, aumenta la supervivencia de los niños prematuros y prepara al feto a una situación de estrés intensa que es el nacimiento muy prematuro«.
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