En estos momentos, para todos aquellos que nos hemos formado en Ciencias de la Salud, es relativamente fácil encontrar un mecanismo concreto ya descrito, ya sea en Wikipedia o en una base de datos especializada. En un simple click tenemos toda la información que necesitamos. Es muy sencillo saber sobre un tema en concreto una vez se conocen las bases. Lo difícil es establecer, a partir de la experimentación, estas bases.
Miles de personas en todo el mundo trabajan actualmente para conocer las bases de los mecanismos bioquímicos que observamos en los seres vivos, pero no debemos olvidar a todos aquellos que nos ayudaron a comprender mejor nuestra biología. En este caso, me gustaría hablaros de una gran genetista y científica, Mary Lyon. Nacida en Norwich, Reino Unido, el 15 de mayo de 1925, esta gran mujer de ciencia consiguió describir uno de los mecanismos que traían de cabeza a muchos investigadores de su época: la inactivación de un cromosoma X en mujeres.
Antes de contar sus descubrimientos debemos conocer mejor su historia.
Pese a las duras condiciones para las mujeres universitarias en la década de los 40, la joven Mary Lyon, tras graduarse en la Universidad de Cambridge consiguió un puesto en el laboratorio de Ronald Fisher. Allí comenzó sus trabajos con ratones mutantes, aunque no disponía del equipamiento que necesitaba para continuar su tesis, por lo que en 1948, Lyon se trasladó al Instituto de Genética Animal de la Universidad de Edimburgo, capital de Escocia. En Escocia, la científica comenzó a estudiar los primeros ratones con mutaciones en el cromosoma X y, pese a que poco después se trasladó junto a su equipo a Harwell, en Inglaterra, continuó estudiándolos durante un tiempo.
La peculiaridad de los ratones de Lyon (cepa mottled) era que, aunque las hembras también podían nacer moteadas, los machos siempre se desarrollaban con pelaje blanco.
La teoría de Lyon de esta peculiar transmisión del carácter era totalmente razonable dadas las circunstancias. La genetista pensaba que la mutación en el cromosoma X, además de producir un fenotipo “moteado”, era letal y, aquellos machos que heredaban el cromosoma X mutado, morían. Esto explicaría por qué las hembras, que disponían de dos cromosomas X, eran capaces de sobrevivir.
Cualquiera hubiese pensado que todo estaba solucionado, pero Lyon no tenía suficiente con esta explicación y también se preguntaba cómo podían sobrevivir los ratones macho expresando los genes de una sola copia del cromosoma X, mientras que las hembras disponían de dos, cada una expresando sus genes independientemente.¿Los machos expresaban el doble el cromosoma X? Lo cierto es que esto no ocurre de este modo, pero Lyon no lo sabía todavía.
Entonces, Lyon tuvo una gran idea: unos años antes, en 1049, Murray Barr y Ewart George Bertram habían descrito unos cuerpos de cromatina compactados en las células de gatas, la llamada “cromatina sexual X” o “corpúsculos de Barr”. ¿Y si esta cromatina hipercondensada se tratase de uno de los cromosomas X de las hembras inactivado? Si fuese de esta forma, debería ocurrir algo similar a lo que sucede en machos: las hembras moteadas morirían antes de nacer.
La mente brillante de Mary Lyon no se iba a quedar estancada en ese momento y siguió generando ideas hasta que llegó a una propuesta que conseguía explicar todo lo que ocurría en esos ratones mutados de su laboratorio. La propuesta que Lyon envió a la revista Nature explicaba que en un momento dado del desarrollo embrionario, se producía en cada célula la inactivación de uno de los cromosomas X de forma aleatoria. En unas células se inactivaría un cromosoma X, mientras que en otras se inactivaría el otro. Cada liaje celular daría lugar a diferentes partes del cuerpo, lo que explicaría las manchas en su pelaje.
En la actualidad sabemos mucho más sobre el silenciamiento de los cromosomas X. El descubrimiento de Lyon dio paso a diferentes investigaciones y, más tarde, al descubrimiento del gen Xist, gen responsable del silenciamiento aleatorio de uno de los cromosomas X. Es gracias a su trabajo que, ahora mismo, podemos saber desde el por qué las gatas hembra suelen ser moteadas, hasta la herencia de algunas enfermedades asociadas al cromosoma X que, hasta entonces, resultaban incomprensibles.
Rubén Megía González
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