Un manejo inadecuado y un diagnóstico tardío puede comprometer la vida de un niño con la enfermedad de Kawasaki, mal que suele afectar a menores de cinco años de edad y cuyos síntomas son comunes a los de otras patologías.
Así lo advierte el cardiólogo Felipe José Rodríguez Moya, jefe de Medicina Interna del Hospital Francisco Moscoso Puello, quien dice que un médico que atiende a un niño menor de cinco años de edad con los síntomas característicos de esta enfermedad debe inmediatamente pensar en esta patología para un diagnóstico oportuno que no ponga en riesgo la vida del pequeño.
“Si un niño en un rango de edad entre uno y cinco años llega a la consulta con fiebre entre 39 y 40 grados que no cede a medicamentos, además presenta edemas en las palmas de las manos y los pies, irritación de los ojos, erupciones en el cuerpo, labios rojos y agrietados, faringitis sin placa, dolor de cabeza, náuseas, vómitos e inflamación de los ganglios linfáticos del cuello, el médico que lo atiende debe tener la capacidad clínica para detectar a tiempo esta enfermedad”, explica Rodríguez Moya.
Asimismo, llama la atención a las madres para que acudan a la consulta de inmediato cuando observen algunos de estos síntomas en sus hijos menores de cinco años, porque, aunque la enfermedad es autolimitante, es decir que cede con medicamentos, tiene muchas complicaciones y, con un diagnóstico rápido, oportuno y un tratamiento certero, el paciente tendrá un buen pronóstico.
“Si el manejo no es adecuado y el niño es atendido por un médico que no tenga la experiencia, hay una complicación funesta conocida como el síndrome de Reye, que es cuando se abusa del acetaminofén o aspirina, entonces se puede producir una toxicidad hepática”, advierte el cardiólogo.
La patología Kawasaki entra en el grupo de enfermedades raras; es un mal que sigue en estudio y su mayor incidencia ocurre en verano e invierno.
Rodríguez Moya explica que el desarrollo clínico de la enfermedad aparece por etapas y que con el tratamiento adecuado en un máximo de 10 días el mal desaparece sin secuelas para el paciente.
Secuelas
Las complicaciones que se derivan de la enfermedad Kawasaki son las que se deben prevenir cuando un niño es diagnosticado con esta patología.
“Estas complicaciones van desde alteraciones de los testículos, pulmones, articulaciones y, lo peor, las afecciones cardíacas como las alteraciones de las arterias, ya que la enfermedad se caracteriza por una vascultis, que es la inflamación de vasos sanguíneos, lo que pone en peligro la salud cardíaca y la vida del niño”, señala el médico cardiólogo.
Entre sus complicaciones también están que puede afectar el corazón, sobre todo las arterias coronarias, y originar un trombo o una aneurisma, que de no ser tratado a tiempo por un especialista puede comprometer la vida del paciente, destaca el especialista.
Dice que esos problemas cardiacos pueden producir otras lesiones como inflamación del músculo cardíaco, o sea, una miocarditis o una pericarditis (edema o inflamación de la capa que recubre al corazón) y la complicación más funesta que es el infarto agudo al miocardio, que en niño menores de cinco años es muy grave.
Causa
El jefe de Medicina Interna del Hospital Francisco Moscoso Puello explica que no hay una causa específica para esta enfermedad, pero que existe algunos tipos de asociaciones, ya que se cree que puede ser de origen clínico, ambiental, viral o bacteriano, pero que estudios realizados no han demostrado que estos puedan ser sus causantes.
No es contagiosa ni hereditaria, pero sí se considera que hay una predisposición familiar en aquellos niños cuyos padres tuvieron la enfermedad en su niñez, dice.
Tratamiento
La aspirina se aplica en altas dosis en el inicio de la enfermedad, y luego se va disminuyendo la dosis a medida que el paciente va progresando. El doctor explica que la aspirina se usa porque es analgésica y antinflamatoria, antipirética y antiagregante plaquetario, que actúa sobre las plaquetas impidiendo que se inicien los procesos que llevan a la formación de un trombo o un aneurisma, condiciones que ponen en riesgo la vida del paciente.
Otro tratamiento utilizado es la inmunoglobulina intravenosa que disminuye el riesgo de daño a las arterias coronarias.
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