“Desde la entrada en vigor, en enero de 2016, del nuevo Real Decreto de Ensayos Clínicos, hemos visto cómo los plazos para la puesta en marcha de ensayos se reducían de forma muy notable, pasando de 155 a 124 días”, explica en un comunicado Javier Urzay subdirector general de Farmaindustria.
Según la patronal de la industria farmacéutica, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) también ha bajado los plazos de autorización de nuevos medicamentos pasando de los 89 días de 2015, cuando aún estaba en vigor la normativa anterior, hasta los 64 días de 2017.
Según los datos del Proyecto BEST, sobre excelencia en investigación clínica, promovido por Farmaindustria, España es el octavo país europeo con menores plazos para la aprobación de los ensayos clínicos; el cuarto más rápido al incorporar el primer paciente y el séptimo respecto a la puesta en marcha de estos proyectos.
La oncología, a la cabeza
La investigación clínica promovida por la industria representa el 78%, frente al 22% que propulsan grupos de investigación de diferentes centros e instituciones.
Los ensayos clínicos representa aproximadamente la mitad de los 1.100 millones de euros que cada año la industria farmacéutica asentada en España invierte en investigación y desarrollo.
La oncología es el área terapéutica con mayor número de ensayos, el 43,7% de los ensayos clínicos registrados en esta plataforma desde 2015.
También destacan el 10,8% dedicado al desarrollo de nuevos medicamentos contra enfermedades raras; el 6,6% a la hematología; 6,4% a las neurociencias y el 5,9% a cardiovascular.
Ensayos clínicos multicéntricos
Los datos del Proyecto BEST (en el que participan 45 compañías farmacéuticas, 55 hospitales públicos y privados, 13 comunidades autónomas y tres grupos de investigación independientes) reflejan que el 91,6% de los ensayos clínicos impulsados por la industria farmacéutica en España se desarrolla en varios centros y el 93,5% tiene carácter internacional.
“La implicación de tantos investigadores y agentes sanitarios en la investigación clínica se explica por el hecho de que los ensayos clínicos son cada vez más complejos y costosos debido, entre otras causas, a que cada vez más tienen en cuenta los perfiles genéticos de los pacientes y se centran en colectivos más específicos: no podemos olvidar que investigar y desarrollar un medicamento, desde la fase preclínica hasta que llega al paciente, supone una inversión cercana a los 2.500 millones de euros”, destaca Urzay.
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