Un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en Palo Alto, California, Estados Unidos, ha demostrado una forma de visualizar y monitorizar el comportamiento de las células inmunitarias utilizadas para tratar a los pacientes con cáncer. Permite ver dónde van las células de inmunoterapia mientras buscan tumores en el cuerpo humano, si las células inmunes, llamadas células T, han encontrado un tumor; cuántas células T han llegado al tumor y si las células T están vivas.
La capacidad de ver si las células T están atacando tumores es útil tanto para los médicos que tratan de aprender si un tratamiento está funcionando en un paciente de cáncer individual como para los investigadores que trabajan para entender por qué la inmunoterapia no siempre funciona.
«Ahora podemos ver en cualquier parte del cuerpo dónde pueden estar esas células T–dice el autor principal del estudio, Sanjiv ‘Sam’ Gambhir, profesor de Investigación del Cáncer y presidente de Radiología en la Universidad de Stanford. «Ésta es la primera demostración en los seres humanos de imagen no invasiva del sistema inmunológico en acción con la tecnología de genes reporteros. Nunca se ha hecho antes en un ser humano vivo y sin la necesidad de eliminar cualquier tejido«, añade.
El trabajo, detallado en un artículo publicado este miércoles en la edición digital de ‘Science Translational Medicine’, se realizó en pacientes con un tipo de cáncer cerebral llamado glioblastoma, pero la técnica podría utilizarse para rastrear las células inmunitarias dirigidas a cualquier tipo de cáncer, destaca Gambhir, que trabajó de manera conjunta con los exinvestigadores de Stanford Khun Keu, Timothy Witney y Shahriar Yaghoubi.
En una forma de inmunoterapia estándar, un equipo médico recoge células T de la sangre de un paciente de cáncer y las diseña genéticamente para conseguir la caza y muerte de las células cancerosas del paciente. Tal inmunoterapia a veces funciona, pero la mayoría de las veces no, siendo muy difícil decir cuándo no está funcionando y por qué.
«Ése es el problema –relata Gambhir–. ¿Cómo sabes si las células T están haciendo su trabajo o no? No hay forma de saberlo«. Ahora mismo, la única manera de averiguar si las células T están atacando el cáncer es esperar para ver si los tumores se contraen, pero eso puede llevar meses e, incluso, cuando un tratamiento está funcionando, puede parecer que algunos tumores se hacen más grandes durante un tiempo, lo cual es resultado de la inflamación.
Así que un tumor temporalmente agrandado no significa necesariamente que el tratamiento haya fracasado. Incluso, si los médicos están seguros de que el tratamiento ha fallado, no saben por qué: las células T no alcanzaron el tumor o las células T llegaron al tumor pero fallaron en su ataque. «Estamos disparando a ciegas -apunta Gambhir, quien también es el director del Centro Canario en Stanford para la Detección Temprana del Cáncer–. No hay herramientas reales para ver si el tratamiento está funcionando».
DETERMINA CUÁNTAS CÉLULAS LLEGAN AL TUMOR
A un equipo médico le puede llevar varios meses determinar si la inmunoterapia está funcionando. Si no lo ha hecho, el cáncer puede haberse diseminado o ser más resistente entretanto, aumentando considerablemente la probabilidad de que el paciente muera. Hace diez años, Gambhir y su laboratorio comenzaron a buscar maneras de averiguar qué hacen las células inmunes una vez que son liberadas de nuevo en el torrente sanguíneo del paciente para cazar células cancerosas.
Los investigadores primero diseñaron células T para reconocer mejor las células cancerosas del paciente y después les agregaron un «gen reportero» que fabrica una proteína que podían ver con tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés). Los escáneres de PET que muestran las ubicaciones de las células T informan a los investigadores de cuántas células T han alcanzado un tumor -bien sean seis millones de células o 50 millones– y si las células están vivas.
«Y puedes volver y rehacer la imagen después de unos días, semanas o meses –destaca Gambhir–. La repetición de la exploración proporciona una cronología del comportamiento de las células T». Una cosa que la nueva técnica no puede hacer es informar sobre si las células T están realmente unidas a las células tumorales, pero, según este experto, esa posibilidad llegará.
«En este momento, el gen reportero está siempre activado -explica–. Pero podríamos cambiar el gen reportero para que sólo se active después de que se enclave en la célula tumoral y la mate. Ese enfoque funciona en ratones, pero no está preparado para los ensayos en humanos».
La nueva tecnología de imágenes de células T también puede revelar, indirectamente, dónde están otros tumores insospechados. «En un paciente –relata Gambhir– las células T fueron al tumor en el cerebro, como se esperaba, pero algunas de las células T se alejaron a otra zona del cerebro». A pesar de que el segundo tumor había estado invisible en la imagen estándar, las células T ‘brillantes’ en el análisis PET revelaron su presencia.
Pero la mayor sorpresa, según Gambhir, es que la técnica funcionó totalmente. Parte de la técnica es casual y gran parte es fruto de los esfuerzos de investigación anteriores de su equipo, dice, estimando que su laboratorio ha producido 50 documentos en los últimos 15 años en la búsqueda por hacer que la tecnología de imágenes de células T funcione, primero en animales y, ahora, finalmente, en los seres humanos.
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